El sol se hacía sentir con intensidad aunque ya eran más de las cinco de la tarde.
Haciendo fuerza para que no me arrastraran las corrientes de ese río transparente de la provincia de Córdoba, alcancé a refugiarme bajo un poco de sombra. Desde allí, sentada, las piedras que me molestaban al pisar descalza, ahora empezaban a parecerme obras de arte. Algunas podía sostenerlas con un solo dedo, para otras necesitaba toda la palma de mi mano.
Cada una que elegía para sacar del agua y observar de cerca tenía algo que me llamaba la atención. Su forma, su color, sus matices visuales, su textura regular, su irregularidad, sus líneas como dibujadas a mano, sus pintitas; y en todas y cada una, mica, que las hacía brillar cuando las ponía al rayo del sol.
Vino a mi memoria una parte de la Biblia que dice que los que seguimos a Cristo, somos piedras. Piedras vivas1 . Empecé a entrechocarlas, haciendo algunos ritmos. Me di cuenta de que algunas combinaciones sonaban más agudo, otras algo más grave y así, en medio del río, se escuchaba una simple melodía.
Días después, en el viaje de regreso a casa me decido a abrir mi Biblia en una hoja donde había un señalador. Veo que estoy en el libro de 1ra de Pedro, aquél apóstol a quien Jesús le cambió el nombre y le dijo: “tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia”2 . La calma se interrumpe, algo impacta contra el micro. Todos nos sobresaltamos, excepto el hombre que estaba con sus auriculares puestos desde que salimos, que nunca se enteró de nada aunque estaba del lado donde fue el impacto. La señora que estaba sentada delante mío con su hijo, comenzó a alertarnos a todos mientras recorría rápidamente los asientos: “¡Cierren las cortinas porque están tirando piedras!”
Piedras lanzadas contra las ventanas del micro desde debajo de un puente, como intento de robo. El resultante: dos ventanas completamente destruidas. Cero heridos. Dos horas de demora en una terminal sofocante. La letra de una nueva canción escrita en mi libretita. ¿Sos de los que viven aislados con sus auriculares puestos y no se enteran de lo que está pasando en el ámbito espiritual?¿Sos de los que tienen un corazón maternal lleno de Amor y velan por el bienestar de los demás en medio del caos? ¿Sos de los que deciden adorar en medio de la espera sofocante?
Cada uno de nosotros, piedras vivas, tenemos un sonido particular y único. Cada cual suena con su sonido original, pero posicionados, mirando al gran Arquitecto3 , llegamos a armonizar. Solo si nos ocupamos de la edificación del Reino eterno y no de nuestros “reinos” personales, podemos sonar juntos sin necesidad de sonar iguales.
Solo exponernos al Sol de justicia4 nos hará brillar como fuimos creados para brillar. Sólo saciando nuestra sed con el agua que nos ofrece Jesús gratuitamente5 vamos a cobrar vida, aunque nos veamos como la roca más nefasta de todas.
Piedras vivas, y no piedras de tropiezo que traigan demora para un destino que ya está asegurado6.
Débora Trapani, enero 2019
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11º Pedro 2.4-6
2 Mateo 16.18-19
3 Hebreos 11.10
4 Malaquías 4.2
5 Apocalipsis 21.6
6 Mateo 18.7-8. Mateo 16.18