Cantar en la ducha, cantar mientras cocinas, cantar al recibir una buena noticia, o cuando suena esa canción que tanto te gusta.
Está comprobado que al cantar se promueve la relajación, se reduce la agitación y pueden disminuir los niveles de ansiedad. El canto refuerza el sistema inmunológico, y regula nuestro ritmo cardiaco. Por lo general buscamos cantar canciones que resuenen con nuestro estado anímico del momento. De esta forma accedemos a los sentimientos y podemos liberarlos. Si existe un malestar físico, tarareamos una melodía y podemos encontrar alivio corriendo el foco del dolor, a la música.
Jesús canto momentos previos a su sacrificio: “Después de cantar los salmos, salieron al monte de los Olivos. (Mateo 26:30)”. Esto nos muestra que a alabanza nos prepara para hacer la voluntad del Padre, por más difícil que nos resulte. Cantar en comunidad nos fortalece y nos brinda un sentido de propósito más alto.
Es probable que después de haber pasado por un trauma fuerte en tu vida, o bien un período de dolor intenso, tu canto se haya silenciado. ¡Pero hoy es una nueva temporada! Así como renacen las flores en los jardines, las melodías pueden volver a salir de tus cuerdas vocales. Desafinadas, entonadas, con letra memorizada o letra inventada. No importa ¡Lo importante es cantar!
En el libro del Cantar de los cantares, la poesía dice así:
“¡Mira, el invierno se ha ido, y con él han cesado y se han ido las lluvias! Ya brotan flores en los campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado! Ya se escucha por toda nuestra tierra el arrullo de las tórtolas.” Cantares 2.11-12
Hoy deja que el Espíritu ponga “play” al tiempo de la canción en tu voz. Pídele ahora a Jesús que te rodee con canciones de liberación, y Él te devolverá el tiempo de la canción.
Débora Trapani. Marzo, 2025